Sunday, July 23, 2006



QUERIDA BERTIE (MANZANILLA FINA, MUY FRIA, TOMADA DE PIE)

Si te dijera que daría buena parte de mi corazón de bloguero por cambiar mi té demasiado aguado por tu manzanilla, te estaría confesando una verdad demasiado simple. Pues no sé qué daría por cambiar mi palacete de enfrente, prácticamente derruído (sólo habitado por palomas tristes y ruidosas), por tu pared encalada de arriba abajo. Mi reguero de plantas que se peleean cada día por sobrevivir, por tu buganvilia, espléndida. Mi jardín que no es mío (es de una vecina que odio) por tu níspero, mi gotera en la cocina, por la tuya (al fin y al cabo en el baño), mis recuerdos, tan incompletos, por los tuyos, tan bien trazados. Mis ausencias, casi exclusivamente sexuales y la mayor parte de las veces prácticamente anónimas, por las tuyas, tan recuperables, tan reales, y, al final, mis recetas, casi siempre inventadas (como excusa para escribir) por las tuyas, también una excusa pero, fíjate, para hacer historia, desde el consommé de Abuela (con dos gotitas de oloroso) hasta el christmas pudding.

Pero para qué voy a darte un consejo si no los tengo ni para mí (para la decadencia del palacete, para las ausencias tremendas, para el té aguado). Max Aub, ese fantástico cronista, escribió un precioso cuento titulado "Las sábanas" en el que contaba la historia de una familia a través de esa herencia sabanesca y de tres generaciones. Al final, también, las sábanas guardadas durante años sólo sirvieron (¿y para qué, si no?) como trapos para lustrar, seguramente, esa memoria. O para secarse esas dos gotitas de manzanilla muy fina y muy fría que nos han quedado bailando en el mentón. El sol ya declina y el níspero, seguramente, estará ahora precioso.

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