Tuesday, October 17, 2006

ON HEROES. TEMPS DE MAGRANES



Anoche, furioso, releí todo el poemario, completo, de Joan Salvat-Papasseit, a saltos irreverentes, con pausas reverenciales y, qué sé yo, con cautela y con pasión, o casi. Al poeta catalán se le recuerda por su biografía escueta, cortísima (murió a los treinta años de tuberculosis), por su filiación vanguardista, cuando en Catalunya (en Barcelona) las vanguardias tenían algo, mucho, que decir, y por su muerte abrupta, tremendamente prevista, antes de que pudiera pasar todo (o más bien poco), en agosto de 1924.

Hay un poema corto y previsible de su poemario póstumo, “Óssa menor”, ése que guardaba bajo el jergón el día de su muerte, del que nos quedamos, qué le vamos a hacer, con su título, “Pronòstic ciutadà”, y con su dos primeros versos: “Per Sant Miquel temps de magranes / i d’abrigar-se un xic per dins”. Los poemas menos vanguardistas de Salvat-Papasseit tienen un no se qué de cotidianos (son cotidianos), de canción de cuna, de lamento de una Ariadna local que hubiera vivido en la calle Platería como él, cerca del mar pero sin verlo, con toda esa humedad y ese estruendo de los carros sobre los adoquines y calor de agosto sudado, cargado de salitre y de polillas revoloteando sobre los pocos libros y sobre el saco de garbanzos de su vecino, el vendedor de grano, y del otro, el trapero, y aún más allá, cientos de moscas posadas sobre los quesos de los ultramarinos y las botas de vino áspero e insano del tabernero.

Joan Salvat-Papasseit tuvo frío cuando se estaba muriendo, en pleno agosto, y lo contó, en ese y en los otros poemas: “sin motivo”, dice, “ya se sienten escalofríos”. “Ladrón de amor” provenzal, que canta a las doncellas en su lecho de muerte. Para que luego, en otoño, se abran solas como granadas.

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